 [...]
[...]
"Nuestra máxima es engañosamente sencilla; significa que hemos de  aprender a observarnos, a ver lo que surge en nosotros momento a  momento, así como ver qué nos invita a alejarnos del aquí y el ahora.  Sea agradable o desagradable lo que encontremos, nos limitamos a  observarlo. No tratamos de cambiarlo ni nos criticamos por lo que hemos  descubierto. En la medida en que estamos presentes en lo que  descubrimos, sea lo que sea, las constricciones de nuestra personalidad  comienzan a aflojarse y nuestra esencia comienza a manifestarse más  plenamente. A diferencia de lo que pueda creer nuestro ego, no es nuestro papel  repararnos o transformarnos. En realidad, uno de los principales  obstáculos para la transformación es la idea de que somos capaces de  «arreglarnos».
Desde la primera infancia estamos  programados para creer que necesitamos ser mejores, esforzarnos más y  desechar partes de nosotros desaprobadas por otras partes. Toda nuestra  cultura y educación nos recuerdan constantemente cómo podríamos tener  más éxito, más seguridad, ser más deseables o espirituales si hiciéramos  este o aquel cambio. En resumen, hemos aprendido que necesitamos ser  diferentes de lo que somos conforme a alguna fórmula que ha recibido la  mente. La idea de que simplemente necesitamos descubrir y aceptar a  quienes somos en realidad es contraria a casi todo lo que se nos ha  enseñado.
Ciertamente, si hacemos cosas que nos  perjudican, como abusar de las drogas o el alcohol, o entregarnos a  relaciones destructivas o actividades delictivas, es necesario poner fin  a ese comportamiento primero para poder hacer el trabajo de  transformación. Pero lo que normalmente nos capacita para cambiar no es  sermonearnos ni castigarnos, sino cultivar una presencia mental serena y  sosegada para ver lo que nos impulsa a hacernos daño. Cuando llevamos  percepción consciente a nuestros malos hábitos y a esas partes nuestras  de las que nos gustaría librarnos, entra en juego algo totalmente nuevo.
Cuando aprendemos a estar presentes en  nuestra vida y receptivos al momento comienzan a ocurrir milagros. Uno  de los mayores milagros es que somos capaces de dejar en un minuto un  hábito que nos ha fastidiado durante muchos años. Cuando estamos  totalmente presentes el viejo hábito se marcha y ya no somos los mismos.  Experimentar la curación de nuestras más viejas heridas por acción de  la percepción consciente es el milagro con el que todos podemos contar.  Si seguimos este mapa del alma hasta las profundidades de nuestros  corazones, el odio se convertirá en compasión, el rechazo en aceptación y  el miedo en admiración. Recuerda siempre que es tu derecho y es tu  estado natural ser sabio y noble, afectuoso y generoso, estimarte a ti y  estimar a los demás, ser creativo y renovarte constantemente,  participar en el mundo con respeto y en profundidad, tener valor y  confiar en ti, ser dichoso y hábil sin esfuerzos, ser fuerte y eficaz,  disfrutar de la paz mental y estar presente en el desenvolvimiento del  misterio de tu vida."
[...]
[...]
"La Sabiduría del Eneagrama”,
de DON RICHARD RISO & RUSS HUDSON.
Edit. Urano. Barcelona, 2001
de DON RICHARD RISO & RUSS HUDSON.
Edit. Urano. Barcelona, 2001
