"Al igual que ocurre con la respiración, la apertura del corazón nos revela ritmos diferentes, ciclos de miedo, de opresión, de sufrimiento, de luminosidad, de expansión y de alegría... La apertura requiere que nos abramos completamente al momento presente y a todo lo que éste conlleva y exige de nuestra parte la determinación firme de no rechazar el sufrimiento y de aceptar tanto el gozo como el dolor que alberga nuestro corazón.
Pero la apertura no es fácil. Existen sufrimientos que hemos tratado de reprimir y eludir a toda costa a lo largo de nuestra vida y que el proceso de apertura debe sacar inevitablemente a la luz ...
Abrir completamente nuestra mente y nuestro corazón exige una observación muy cuidadosa y desprovista de temor, una actitud que no implica un alejamiento de la experiencia sino, por el contrario, estar plenamente presentes para aprender la verdad que el momento tiene que enseñarnos. Y, para poder abrirnos y observar los niveles más profundos de nuestra mente, debemos desarrollar la capacidad de trabajar con los contenidos de cada experiencia manteniendo, al mismo tiempo, una visión global del proceso de la mente.
Al comienzo, para observar adecuadamente nuestros estados mentales, simplemente debemos permitirles aparecer y desaparecer sin tratar, en modo alguno, de interferir. En ocasiones, observaremos pensamientos, bloqueos o pautas mentales que se repiten una y otra vez. Tal vez se trate de expectativas, de juicios, de sentimientos de culpa, de recuerdos, etc. o quizás asistamos a una especie de teatro interno en el que se representan aspectos de nuestras relaciones, de nuestra capacidad creativa, de nuestra salud o nuestro trabajo... En otras ocasiones, no se trata de pensamientos, en sentido estricto, sino de estados de ánimo y sentimientos persistentes, como miedo, amor, nostalgia,... En la medida en que observamos una y otra vez, descubrimos que el movimiento incesante de estos patrones repetitivos tiene una función defensiva que no es sino la de ocultar ciertas facetas oscuras de nosotros mismos... Por lo general, este tipo de pensamientos se manifiesta cuando no logramos identificar completamente el sentimiento que los impulsa. De este modo, podemos comenzar dándonos cuenta de que nuestra mente está continuamente planificando. Pero, si prestamos una atención más sutil, descubriremos que el sentimiento soterrado que acompaña inevitablemente a todas estas planificaciones es el miedo... Del mismo modo, los pensamientos obsesivos acerca de nuestras relaciones o nuestro trabajo también cesan cuando tomamos conciencia de que están alimentados por el anhelo, el rencor, la tristeza, el amor o cualquier otro sentimiento. Así pues, debemos considerar cada ocasión en la que nuestra mente entra en una de esas pautas repetitivas como una oportunidad para observarla y experimentarla plenamente y, de este modo, penetrar en la misma raíz que la mantiene en movimiento."
Pero la apertura no es fácil. Existen sufrimientos que hemos tratado de reprimir y eludir a toda costa a lo largo de nuestra vida y que el proceso de apertura debe sacar inevitablemente a la luz ...
Abrir completamente nuestra mente y nuestro corazón exige una observación muy cuidadosa y desprovista de temor, una actitud que no implica un alejamiento de la experiencia sino, por el contrario, estar plenamente presentes para aprender la verdad que el momento tiene que enseñarnos. Y, para poder abrirnos y observar los niveles más profundos de nuestra mente, debemos desarrollar la capacidad de trabajar con los contenidos de cada experiencia manteniendo, al mismo tiempo, una visión global del proceso de la mente.
Al comienzo, para observar adecuadamente nuestros estados mentales, simplemente debemos permitirles aparecer y desaparecer sin tratar, en modo alguno, de interferir. En ocasiones, observaremos pensamientos, bloqueos o pautas mentales que se repiten una y otra vez. Tal vez se trate de expectativas, de juicios, de sentimientos de culpa, de recuerdos, etc. o quizás asistamos a una especie de teatro interno en el que se representan aspectos de nuestras relaciones, de nuestra capacidad creativa, de nuestra salud o nuestro trabajo... En otras ocasiones, no se trata de pensamientos, en sentido estricto, sino de estados de ánimo y sentimientos persistentes, como miedo, amor, nostalgia,... En la medida en que observamos una y otra vez, descubrimos que el movimiento incesante de estos patrones repetitivos tiene una función defensiva que no es sino la de ocultar ciertas facetas oscuras de nosotros mismos... Por lo general, este tipo de pensamientos se manifiesta cuando no logramos identificar completamente el sentimiento que los impulsa. De este modo, podemos comenzar dándonos cuenta de que nuestra mente está continuamente planificando. Pero, si prestamos una atención más sutil, descubriremos que el sentimiento soterrado que acompaña inevitablemente a todas estas planificaciones es el miedo... Del mismo modo, los pensamientos obsesivos acerca de nuestras relaciones o nuestro trabajo también cesan cuando tomamos conciencia de que están alimentados por el anhelo, el rencor, la tristeza, el amor o cualquier otro sentimiento. Así pues, debemos considerar cada ocasión en la que nuestra mente entra en una de esas pautas repetitivas como una oportunidad para observarla y experimentarla plenamente y, de este modo, penetrar en la misma raíz que la mantiene en movimiento."
"Vipassana. El camino para la meditación interior."
Joseph Goldstein y Jack Kornfield
Edit. Kairós. Barna, 1987
Joseph Goldstein y Jack Kornfield
Edit. Kairós. Barna, 1987