Si hay un sistema ideológico y ético acorde con el mundo actual, ese es el Budismo. Al cabo de casi dos mil quinientos años, este sistema, que es de pensamiento (filosofía, psicología, ciencia...) pero también de acción (ética) se nos revela como el único instrumento o "método" para conseguir hacernos mejores y más felices. Y lo hace comprometido con el presente individual y colectivo de cada hombre, en su aquí y ahora, a través de la práctica cotidiana de dos únicos principios: la sabiduría y la compasión. Sabiduría, que no es ni inteligencia/razonamiento ni conocimientos, sino la visión clara y el pensamiento correcto de la esencia del mundo, de la raíz de la vida, no solo de la del hombre, sino la de todo el universo; compasión, que no es compadecimiento, ni empatía con el sufrimiento de los demás, sino afán de remediar ese sufrimiento por medio de la palabra, la acción y el modo de vida correcto. No hay más. Las dos ruedas que harán avanzar a la humanidad hacia su máxima realización son esas, resumidas en el mani padme; movidas, claro, por el esfuerzo, la atención y la concentración, potencias de la mente cultivadas en la meditación. Todo eso es la Gran Rueda del Dharma, la enseñanza del Bhuda: el Budismo de ayer, hoy.
"Y cuando entres al Zendo y cruces la puerta, no creas que estás entrando al Zendo, no sabes lo que es este cuarto. Y cuando camines, no sólo hagas una meta el llegar a tu asiento, no estés pensando "voy a mi asiento". Tal vez nunca logres ir tan lejos, realmente no lo sabes..." (Zoketsu Norman Fischer)