viernes, 9 de marzo de 2012

El recto entendimiento del yo, la impermanencia y la compasión.

El recto entendimiento (o comprensión correcta) es uno de los ocho rayos de la rueda del dharma. El recto entendimiento hay que enfocarlo hacia todas las cosas que nos pasan y hacemos en la vida, porque en cada palabra, cada pensamiento y cada acción estamos acumulando karma. Y el karma lo es  en el camino hacia la liberación.
Una de esas direcciones hacia las que tenemos que enfocar el recto entendimiento es hacia la impermanencia para tomar conciencia de  que eso que cada uno de nosotros llama su "yo" no es otra cosa que una invención de la mente para tratar de definirnos (de la manera más errónea): marcando diferencias con los otros y con el mundo. Porque es verdad que tener un nombre, una dirección, una profesión, ser autor de... propietario de... ser de tal sitio... hijo de... padre de... amigo de... nos da una apariencia de identidad. De este modo, nos vamos identificando con esas propiedades y cualidades y roles sociales, familiares, sicológiocos y nos parece estar configurados sólidamente, crecer y madurar. Pero un día, por ley de la impermanencia, nos sorprende la enfermedad o el infortunio (o ninguna de las dos cosas: simplemente, la naturaleza impermanente...) y nos arrebata alguna de nuestras hermosas cualidades o "propiedades" y quedamos a la deriva, náufragos ficticios - por equivocados; ¡pero tan atormentados! - de nosotros mismos...
El recto entendimiento nos permitirá ser conscientes de que nuestro auténtico ser no es el revestido de apegos, que nos diferencia y nos aleja de los demás, sino precisamente lo contrario: el desnudo, limpio, auténtico yo que nos identifica con los otros y que nos permite vernos en los demás. Porque realmente somos lo que somos, seres humanos, solo cuando nos miramos en ese espejo de nosotros mismos que son nuestros semejantes, con los mismos miedos, los mismos afanes, los mismos apegos... que nos desarman de odios y rencores, y nos hacen perdonar, y nos llenan de compasión y de solidaridad.
Esta parece ser, penetrando la meditación con recto entendimiento, la palabra clave: nuestros semejantes. En realidad, nuestros iguales, nuestra propia imagen. No habrá más yo de verdad que este. Somos Uno y Todos al mismo tiempo. Vacuidad, que es  "transparencia", sin forma, por ausencia o vacío de apegos-engaños de los sentidos, y Esencia, en el encuentro-identificación con nuestros iguales,  con su transparencia.
Solo actuando en nuestro día a día con este recto entendimiento podremos mejorar  karma, no ya el particular, sino el de todos, para conseguir realizarnos como los preciosos seres humanos que somos. Y  está claro que no puede ser en solitario; uno, en solitario - en soledad - no es más que falacia. La auténtica justicia, libertad, felicidad, realización, Iluminación..., no pueden ser realizados individualmente - no serían más que vanos conceptos filosóficos o culturales, apegos, falacias - , sino en el Todo, en comunidad con los demás, en la sabiduría y la compasión.