Ya sabemos las diferencias entre Samatha y Vipassana; ya sabemos los obstáculos que hay que superar (apego, aversión, pereza, ansiedad, duda, según Dokusho Villalba) y las actitudes que debemos fomentar para una correcta meditación (corporal-estabilidad-; emocional-ecuanimidad-; mental-objetividad-; espiritual-apertura-). Y, efectivamente, sabemos que en la base de toda meditación hay una actitud corporal, un primer dominio (el del cuerpo) mediante la postura adecuada y el control de la respiración (prana). Lo saben bien los que practican yoga. Para el maestro yogui Svatmarana, en su “Hatha Yoga Pradipika”, la postura ideal era siddhasana; la que nos ofrece el Buda histórico es padmasana; la que nos proponen los zen, con su “shikan taza”, es rigurosa..., un fin en sí misma (y entendemos muy coherente ese fin). La insistencia en la postura como punto de partida es importante porque, ahora que ya sabemos algunas cosas, debemos reconocer una última (primera) verdad: que no meditamos con la mente, sino con el cuerpo, que lo que pretendemos precisamente es parar la mente para que nos permita ver el fondo, la realidad del ser en sí mismo, sin prejuicios, sin dualismos, nuestra auténtica naturaleza, limpia, sin contaminar.
En este camino de meditación, la conexión con la energía Reiki del símbolo maestro Dai-Koo-Myo abrirá los canales y puntos energéticos, armonizará todo nuestro sistema (físico, emocional, mental y espiritual) y posibilitará la auténtica sanación de todas las impurezas, porque lo hará a nivel kármico. Basta simplemente con haber sido iniciado en Reiki, o lo que es lo mismo, haber recibido los símbolos en una transmisión directa maestro-alumno por medio del reiju, y hacer realidad después, mediante la práctica diaria, ese potencial que se ha abierto en nosotros. Con cada uno de los símbolos y de las sucesivas iniciaciones iremos accediendo a un nivel superior de conciencia (interiorización) y de práctica (actuación). Por medio de la meditación con los símbolos iremos potenciando las beneficios de esta energía, no solo para nuestro propio bien, sino para el de todo aquello que forme parte de nuestra vida, que es Todo (porque también hemos aprendido que vivimos conectados, sin límites de espacios ni tiempos; lo que llamamos “espacio” y “tiempo” no dejan de ser creaciones de nuestro intelecto para poder medir lo inconmensurable...)
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En este camino de meditación, la conexión con la energía Reiki del símbolo maestro Dai-Koo-Myo abrirá los canales y puntos energéticos, armonizará todo nuestro sistema (físico, emocional, mental y espiritual) y posibilitará la auténtica sanación de todas las impurezas, porque lo hará a nivel kármico. Basta simplemente con haber sido iniciado en Reiki, o lo que es lo mismo, haber recibido los símbolos en una transmisión directa maestro-alumno por medio del reiju, y hacer realidad después, mediante la práctica diaria, ese potencial que se ha abierto en nosotros. Con cada uno de los símbolos y de las sucesivas iniciaciones iremos accediendo a un nivel superior de conciencia (interiorización) y de práctica (actuación). Por medio de la meditación con los símbolos iremos potenciando las beneficios de esta energía, no solo para nuestro propio bien, sino para el de todo aquello que forme parte de nuestra vida, que es Todo (porque también hemos aprendido que vivimos conectados, sin límites de espacios ni tiempos; lo que llamamos “espacio” y “tiempo” no dejan de ser creaciones de nuestro intelecto para poder medir lo inconmensurable...)
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[Manual de Reiki Usui, III.
Propio.]
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