Juan Ramón Jiménez es un ejemplo de búsqueda constante de la 'plenitud' del ser. Desde la temprana experiencia traumática de la muerte de su padre, JRJ encontrará en el arte (en este caso la poesía) un método de meditación y una vía de diálogo consigo mismo, de encuentro con Dios, con la Eternidad, con la Belleza, para intentar trascender la limitación del yo. Sus versos, desde el artificio y adorno modernista, se van convirtiendo en desnudez esencializadora, en pura 'intelijencia' capaz de mostrar 'el nombre exacto de las cosas', hasta descubrir, al final de su camino vital, la luz del conocimiento. Este poema es uno de los que mejor representan ese descubrimiento. Dice en él que, sin nosotros saberlo, somos Uno con lo Eterno, con la Belleza, con la Virtud; que esa Unidad es conciencia amadora; y que en esa identidad del yo reside el misterio de la plenitud (que viene a ser iluminación, satori).
[ Parece imposible negar en esta madurez del Premio Nobel JRJ, la influencia de la filosofía budista, o por lo menos ciertas ideas comunes con el hinduismo, que probablemente le llegaran a través de su esposa, Zenobia Camprubí, de origen hindú (y traductora de Rabindranah Tagore...) ]
[ Parece imposible negar en esta madurez del Premio Nobel JRJ, la influencia de la filosofía budista, o por lo menos ciertas ideas comunes con el hinduismo, que probablemente le llegaran a través de su esposa, Zenobia Camprubí, de origen hindú (y traductora de Rabindranah Tagore...) ]
"Y en este pozo estabas antes tú
con la flor, con la golondrina, el toro
y el agua; con la aurora
en un llegar carmín de vida renovada;
con el poniente, en un huir de oro de gloria.
En este pozo diario estabas tú conmigo,
conmigo niño, joven, mayor, y yo me ahogaba
sin saberte, me ahogaba sin pensar en ti.
Este pozo que era, sólo y nada más ni menos,
que el centro de la tierra y de su vida.
Y tú eras en el pozo májico el destino
de todos los destinos de la sensualidad hermosa
que sabe que el gozar en plenitud
de conciencia amadora,
es la virtud mayor que nos trasciende.
Lo eras para hacerme pensar que tú eras tú,
para hacerme sentir que yo era tú,
para hacerme gozar que tú eras yo,
para hacerme gritar que yo era yo
en el fondo de aire en donde estoy,
donde soy animal de fondo de aire,
con alas que no vuelan en el aire,
que vuelan en la luz de la conciencia
mayor que todo el sueño
de eternidades e infinitos
que están después, sin más que ahora yo, del aire.
"Animal de fondo" (1949),
Juan Ramón Jiménez (1881-1958)