Tomado del libro
"Prácticas de meditación tibetana con tankas",
de Nick Dudka y Sylvia Luetjohann.
"Prácticas de meditación tibetana con tankas",
de Nick Dudka y Sylvia Luetjohann.
Los yidam son deidades para la meditación. No se corresponden exactamente con nuestro concepto de "dioses", ya que son más bien manifestaciones de la iluminación de Buda, determinadas cualidades de su cuerpo, palabra y espíritu (trikaya, pero sobre todo de su sambhodakaya - espíritu -) y se utilizan de manera individual por el meditador, porque correspondan a su disposición psíquica o por otras razones. Así que son objetos de meditación personal. La manera de utilizarlas es con "la mirada interior", es decir, visualización.
Hay tres tipos de yidam que responden a la transformación de los tres "venenos radicales" que afirma el Budismo: la ignorancia, que se corresponde con una forma pacífica; el odio o aversión que se corrresponde con una forma iracunda (Herukas, masculinos; Dakinis, femeninos); el apego o deseo, que tiene como foco la forma dichosa o sublime. Todas ellas son descritas en el libro "Bardo-Thodol", que pertenece al ciclo de una obra general titulada "La Liberación Espontánea por la Devoción de las Divinidades Sublimes, Pacificadoras y Aterrorizadoras".
En cualquiera de sus formas, la visualización de yidam son una ayuda para la meditación porque son símbolos para el despertar. Ofrecen una proyección ideal para nuestro propio interior. Si nos imaginamos una divinidad para la meditación podemos identificarnos con ella y acercarnos así con mayor rapidez a las cualidades que encarna. Para que esto pueda realizarse necesitamos una comprensión básica de los principios del Budismo: las Cuatro Nobles Verdades, la motivación de la bodhichita y la comprensión de la vacuidad. Sobre esta base, la meditación con yidam, a través de la "proyección", puede llevar a experiencias e intuiciones interiores más rápidamente que con otros métodos. Los elementos de imágenes, símbolos y colores (arte tanka) con los que trabajamos pertenecen al lenguaje del inconsciente y desde allí actúan sobre nuestros sentimientos y pensamientos. Podríamos considerar al yidam como una imagen originaria de la psique humana, un arquetipo, parte del inconsciente colectivo. Una práctica regular convierte la cualidad particular del yidam cada vez más en parte constitutiva espiritual del practicante y de este modo lo transforma.
Esto sirve igualmente para el caso de un yidam pacífico o uno dichoso o uno iracundo. Y no debemos temer practicar la meditación con los llamados Herukas, pues en ningún caso van a fortalecer la predisposición hacia lo destructivo que habita en nosotros. No debemos olvidar que los yidam son expresión de la energía iluminada, y solo pueden actuar para bien de los seres. Además, tampoco es posible el daño porque en nuestra práctica tenemos siempre presente la motivación de la bodhichita y la experiencia directa de la vacuidad del ser.
La práctica yidam tiene gran importancia en el budismo tibetano. Kalu Rimpoche ha dicho que esta práctica puede liberar de patrones de costumbre negativos y ayudar a acumular el beneficio y la sabiduría necesarias para llegar a a la iluminación.
Hay tres tipos de yidam que responden a la transformación de los tres "venenos radicales" que afirma el Budismo: la ignorancia, que se corresponde con una forma pacífica; el odio o aversión que se corrresponde con una forma iracunda (Herukas, masculinos; Dakinis, femeninos); el apego o deseo, que tiene como foco la forma dichosa o sublime. Todas ellas son descritas en el libro "Bardo-Thodol", que pertenece al ciclo de una obra general titulada "La Liberación Espontánea por la Devoción de las Divinidades Sublimes, Pacificadoras y Aterrorizadoras".
En cualquiera de sus formas, la visualización de yidam son una ayuda para la meditación porque son símbolos para el despertar. Ofrecen una proyección ideal para nuestro propio interior. Si nos imaginamos una divinidad para la meditación podemos identificarnos con ella y acercarnos así con mayor rapidez a las cualidades que encarna. Para que esto pueda realizarse necesitamos una comprensión básica de los principios del Budismo: las Cuatro Nobles Verdades, la motivación de la bodhichita y la comprensión de la vacuidad. Sobre esta base, la meditación con yidam, a través de la "proyección", puede llevar a experiencias e intuiciones interiores más rápidamente que con otros métodos. Los elementos de imágenes, símbolos y colores (arte tanka) con los que trabajamos pertenecen al lenguaje del inconsciente y desde allí actúan sobre nuestros sentimientos y pensamientos. Podríamos considerar al yidam como una imagen originaria de la psique humana, un arquetipo, parte del inconsciente colectivo. Una práctica regular convierte la cualidad particular del yidam cada vez más en parte constitutiva espiritual del practicante y de este modo lo transforma.
Esto sirve igualmente para el caso de un yidam pacífico o uno dichoso o uno iracundo. Y no debemos temer practicar la meditación con los llamados Herukas, pues en ningún caso van a fortalecer la predisposición hacia lo destructivo que habita en nosotros. No debemos olvidar que los yidam son expresión de la energía iluminada, y solo pueden actuar para bien de los seres. Además, tampoco es posible el daño porque en nuestra práctica tenemos siempre presente la motivación de la bodhichita y la experiencia directa de la vacuidad del ser.
La práctica yidam tiene gran importancia en el budismo tibetano. Kalu Rimpoche ha dicho que esta práctica puede liberar de patrones de costumbre negativos y ayudar a acumular el beneficio y la sabiduría necesarias para llegar a a la iluminación.
Una página interesante sobre Thankas y yidam,
con imágenes y explicación de cada una de ellas (en inglés).
Sobre tankas en castellano: Prometeo digital
con imágenes y explicación de cada una de ellas (en inglés).
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