Cuando el discípulo llegó ante el maestro, éste le preguntó.
- ¿Vienes de muy lejos?
- Sí. Vengo para aprender de ti. ¿Qué norma de vida me entregas para que la cumpla?
- Sólo una: si yendo por el camino tropiezas con el Buda, mátalo.
- ¿Vienes de muy lejos?
- Sí. Vengo para aprender de ti. ¿Qué norma de vida me entregas para que la cumpla?
- Sólo una: si yendo por el camino tropiezas con el Buda, mátalo.
La esencia del Zen huye de todo artificio. Busca la vida natural, la plena consciencia, el vivir cada día y centrarse en el presente libre de juicios, prejuicios, dogmas e ideas preestablecidas.
El Zen y el Tao apuestan decididamente para que retornemos a nuestra naturalidad y espontaneidad perdidas. Quieren que seamos realmente libres y, en ese camino enseñan que las cadenas que nos ponen los demás son por evidentes las menos conflictivas. Las cadenas más difíciles de romper son las que, sin darnos cuenta, llevamos en nuestra propia mente.
El Zen y el Tao apuestan decididamente para que retornemos a nuestra naturalidad y espontaneidad perdidas. Quieren que seamos realmente libres y, en ese camino enseñan que las cadenas que nos ponen los demás son por evidentes las menos conflictivas. Las cadenas más difíciles de romper son las que, sin darnos cuenta, llevamos en nuestra propia mente.