"Reflexionar sobre la muerte puede tener una repercusión profunda y positiva no sólo sobre la forma en la que vayamos a morir, sino también sobre cómo vivamos. A la luz de la muerte, es fácil distinguir entre las tendencias que nos dirigen hacia la integridad y las que nos inclinan hacia la separación y el sufrimiento. La palabra integridad (wholeness en inglés) está relacionada con los términos “santo” y “salud” (también en inglés), pero no constituye una unidad vaga y homogénea. Se expresa mejor como interconexión. Cada célula de nuestros cuerpos forma parte de un todo orgánico e interdependiente que debe funcionar en armonía a fin de mantener una buena salud. De modo semejante, todos y todo existen en una constante interacción de relaciones que resuena a través de todo el sistema, afectando a todas las demás partes. Cuando emprendemos una acción que ignora esta básica verdad, sufrimos y creamos sufrimiento. Cuando vivimos siendo conscientes de ella, apoyamos la totalidad de la vida y somos apoyados por ella.
Nuestros hábitos vitales tienen un poderoso impulso que nos lanza hacia el momento de nuestra muerte. Surge la pregunta evidente: ¿Qué hábitos queremos crear? Nuestros pensamientos no son inocuos. Los pensamientos se manifiestan como acciones que, a su vez, se desarrollan en hábitos, y, al cabo, nuestros hábitos fraguan en carácter. Nuestra relación inconsciente con los pensamientos puede dar forma a nuestras percepciones, provocar reacciones y predeterminar nuestra relación con los acontecimientos de nuestra vida. Podemos superar la inercia de estos patrones haciéndonos conscientes de nuestras opiniones y de nuestras creencias y lográndolo, realizamos una opción consciente de poner en duda esas tendencias habituales. Las opiniones y los hábitos rígidos silencian nuestras mentes y nos inclinan a vivir la vida en piloto automático. Las preguntas abren nuestras mentes y expresan el dinamismo implícito en la condición humana. Una buena pregunta tiene corazón, porque surge de un profundo amor a descubrir lo que es verdad. Nunca sabremos quiénes somos ni por qué estamos aquí si no nos planteamos preguntas incómodas.
Sin un recordatorio de la muerte, tendemos a no valorar la vida perdiéndonos a menudo en inacabables búsquedas de autosatisfacción. Cuando mantenemos la muerte al alcance de la mano, ella nos recuerda que no nos amarremos demasiado fuerte a la vida. Quizá que nos tomemos a nosotros mismos y a nuestras ideas un poco menos en serio. Que nos dejemos llevar un poco más fácilmente. Cuando reconocemos que la muerte nos llega a todos, comprendemos que todos estamos juntos en el mismo barco. Esto nos ayuda a ser un poco más amables y mejores los unos con los otros."
"Las cinco invitaciones. Lo que la muerte enseña", de Frank Ostaseski. 2017
Tomado de Nirakara
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