"Reiki nos alinea con nuestro sendero, con nuestra fuente y espíritu verdaderos. Hay que concebir que todo tiene energía o Ki [...] una cantidad ilimitada de energía que, aunque pueda parecer invisible o escurridiza, lo abarca todo. Es esta energía la que hace que no solo los humanos, sino también el resto de los mundos, funcionen. Es el combustible que pone en marcha a los humanos y brinda la estructura y el propósito fundamentales en la vida." ("Enciclopedia de Reiki", de Frans y B. Stiene. 2006.)
Cuando esta energía no fluye adecuadamente, por las razones que sean (hondas preocupaciones, temor, enojo, celos,...) es necesario un tratamiento: lavar y limpiar las obstrucciones para restablecer el flujo de energía. De lo contrario el malestar desembocará en males mayores, tanto psíquicos como físicos.
El procedimiento es simple: el paciente se acuesta y se relaja. Si lo prefiere, puede permanecer sentado, pero en este caso con la espalda recta. No tiene que quitarse la ropa ni realizar nigún tipo de ejercicio físico, ni dar explicaciones. El silencio se impone para dar paso al reposo de la mente, a un encuentro con la vida interior. El terapeuta utilizará sus manos sobre el aura del paciente (es decir, a unos centímetros del cuerpo físico) para restablecer el flujo de Ki. Algunos prefieren ejercer una ligera presión sobre el cuerpo... En cualquier caso, las manos son solo un canal para la transmisión de la energía, no manipulan, simplemente irán recorriendo los distintos puntos del aura del paciente, los llamados chakras en la tradición hindú o la línea del hara en la tradición chino-japonesa, deteniéndose más donde la percepción del reikista considere necesario.
Todas las enfermedades pueden tratarse con Reki, ya sea un problema físico (crónico o agudo), un desequilibrio emocional, una mente agitada o una sensación de falta de conexión con la vida...
Reiki ha sido avalado por la Organización Mundial de la Salud como queda de manifiesto en la tabla de la página 9 de este documento.
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